El hijo tirano (emperador)

El hijo tirano (emperador)

Abr 1, 2019 0 Por Omar El Bachiri

 

¿Qué es un hijo tirano? Es un hijo que no conoce límites – Cree que se lo merece todo, exige en vez de pedir – Impone sus normas en casa – Falta al respeto a los padres. Cuando se queda sin argumentos para discutir, te dice, “Yo no he pedido nacer, ¿Para qué me has traído al mundo?, Ahora me cuidas”. Está exigiendo derechos, pero no quiere obligaciones.

Estos críos están acostumbrados a ser el centro de atención de sus padres. Han crecido con demasiada sobreprotección y no han desarrollado la resiliencia (son más sensibles a la frustración, no saben enfrentar obstáculos, ni tomar decisiones). Sus padres les solucionan todos los problemas y en consecuencia, no tienen estrategias de defensa.

A los hijos nunca hay que hacerles los deberes (ayudar si, hacer no.) Tienen que entender que si no los hacen, mañana en clase tendrán consecuencias. Así, la próxima vez, los harán. Cuando van al colegio o ha practicar cualquier actividad no cargues con su mochila, que carguen ellos con el material. También es muy importante el aburrimiento. Hay que darles tiempo libre. No llenarles la agenda de actividades extraescolares (que sepan lo que es aburrirse y así trabajarán la mente. Buscarán alternativas. Leer, ver un poco la televisión, jugar. Se volverán, creativos.) Si se rompe la cadena de la bici, se les ayuda a cambiarla. No se les cambia, se les enseña a cambiarla y así con todo. Hay que criar seres independientes, no dependientes.

Se sobreprotege por dos motivos. Por miedo a que les pase algo y por evitarles el sufrimiento que eso conlleva. Pero claro, si yo impido que mi hijo haga algo, estoy impidiendo que aprenda nuevas conductas de enfrentamiento. Que desarrolle su potencial.

Este prototipo de crío es cada vez más común en la sociedad actual. Es fruto de la época en que vivimos. Demasiados derechos y pocas obligaciones. Si alguien le llama la atención a tu hijo, te enfadas y le dices: – “A mi hijo no le digas nada, que tú no eres nadie”– Lamentablemente, estas recriminaciones se hacen delante de él y se le está afirmando que es el emperador de la casa. – “Hijo, haz lo que quieras, que estamos a tu servicio” –

Tener un hijo emperador es más sencillo de conseguir de lo que parece. Se hace sin querer. Nadie quiere un hijo así. Cuando educas a tu hijo, lo haces con la intención de que sea alguien de provecho en la vida pero también, sin querer le vas a transmitir tus miedos. Lo harás con el consentimiento. Con el miedo a perder su amor o tu estatus como padre/madre. Cederás a sus peticiones.

El consentimiento descontrolado conduce al hijo hiperregalado. Le compras objetos innecesarios pensando que así te querrá más. Lo estás condicionando a que crea que felicidad es tener muchos objetos. Regalos para su cumpleaños, fiestas de navidad y más fechas. Sin pedirle nada a cambio. Esta situación se ha acentuado desde el año 2.000. Actualmente, hay muchas parejas separadas. Esto dificulta jugar al poli bueno y al poli malo. Como están separados, ninguno quiere ser el poli malo. Ambos son el poli bueno.

Otro factor añadido es el económico. Muchas veces hay que hacer horas extras o tener pluriempleo para afrontar los gastos mensuales. Entonces los padres se sienten culpables por no dedicar más tiempo al hijo y para compensarlo, creen erróneamente que comprándole un objeto, estará mejor. Los hijos piden sin cesar porque no distinguen entre quiero y necesito y acaban exigiendo porque nunca han tenido un NO como respuesta. Aquí es donde se vuelven tiranos. Conocen tus debilidades y juegan con tus sentimientos. Te manipulan. Saben que lo pasas mal y por eso acabarás cediendo a sus deseos.

Vosotros, los padres/madres tenéis que explicarle la diferencia entre un capricho y una necesidad. Si le compras un juguete, tiene que jugar con él un mínimo de horas a la semana, si no, no es rentable. Que entienda el valor del dinero y del tiempo. Así, aprenderá a distinguir entre me gusta y necesito (esto me gusta, pero no lo necesito, no tengo tiempo para jugar con él). Los padres de hoy están haciendo el rol de los abuelos, que es consentir sin pedir nada a cambio. Lo hacen porque están con ellos unas horas al mes, pero los padres, no. Los padres han de educar y poner límites rígidos y con consecuencias si no se respetan.

Somos lo que reflejamos, no lo que decimos. Si te impongo un castigo, lo cumplo. Igual que si te prometo algo, también lo cumplo. Que vea que somos coherentes. Los psicólogos distinguimos entre 4 estilos de educación: la autoritaria, la indiferente, la democrática y la permisiva. Esta última es la que crea estos adolescentes.

La permisiva es la que usan los abuelos y cualquier persona que no sean los padres. La autoritaria, es la que se usa en el ejército y en la cárcel. Se hace así y punto. No hay nada que discutir y quien no acate las órdenes, se atendrá a las consecuencias. Luego, tenemos la indiferente, que es la que usan los padres irresponsables y despreocupados. Creen que la escuela y el estado son los encargados de educar a sus hijos (si son rebeldes o maleducados, es culpa de la sociedad). Como resultado tenemos jóvenes con baja autoestima y dependientes de la opinión de los demás. Y para acabar, está la democrática, que es la que usan los padres responsables o la gente que te educa (normas, valores y conductas).

– Normas: las obligaciones y los derechos. Tanto los suyos como los nuestros. Colaborar equitativamente en el hogar (ordenar sus juguetes, hacer la cama, limpiar la casa, etc.)

Hay que explicarle al hijo qué son las emociones para que las entienda y les ponga un nombre. Así las podrá trabajar y expresar en su justa medida.

Se le dice: entiendo tu malestar, pero no es motivo para tratarme así. Estás triste, enfadado, es normal pero la conducta de insultarme, pegarme o quererme humillar no es la respuesta, porque lo único que consigues es que te castigue y así no avanzamos ni tú ni yo.

Que entienda que hay otras formas de expresar las emociones. Con la comunicación se llega a la negociación. Entonces se pasa de la autoridad a la democracia. Es decir, cumples con tus obligaciones y obtienes tus derechos.